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Nayla, une voix du Liban en Espagne (L'orient le Jour du 29/08/2008)


 

Nayla (photo), la voix du Liban en Espagne, a représenté son pays au Festival Festimed, portant haut les couleurs libanaises. Il s’agit du Festival des pays de la Méditerranée, à Grenade, qui s’est produit le vendredi 22 août.
La chanteuse était entourée de ses musiciens et danseurs.
Nayla est une jeune chanteuse libanaise qui possède une grande maîtrise du métissage sonore de ses chansons. Son talent dans la fusion des styles musicaux : arabe, flamenco… et sa douce voix contrastent avec l’énergie qu’elle dégage sur scène, ce qui fait d’elle une artiste solide du circuit « musiques du monde ».
Née au Liban, ancienne élève du Collège Notre-Dame de Jamhour, résidente depuis 10 ans à Madrid (Espagne), l’artiste chante en trois langues : arabe (libanais), espagnol et, de temps en temps, en français. Elle est auteure et compositrice de ses chansons.
Comme tous les gens de sa génération, Nayla a vécu la guerre à Beyrouth. Cependant, son passage en France et son séjour en Espagne lui ont ouvert les yeux sur la musique et la chanson.
C’est en 1999 qu’elle découvre le flamenco, dans un premier temps à travers la danse, puis elle décide d’écrire ses propres chansons (paroles et musiques), influencées par des rythmes, des mélodies et des instruments des deux rives de la
Méditerranée.
En 2006, elle autoproduit un travail discographique qu’elle enregistre entre Madrid et Beyrouth, aujourd’hui distribué en Espagne, au Portugal, dans la principauté d’Andorre, et bientôt au Liban et dans les pays arabes .
En 2007, Nayla enregistre au Liban la maquette de la chanson Liban, réveille-toi.
Depuis 3 ans déjà, Nayla présente le Liban dans les centres culturels ainsi que dans les fondations culturelles et de bienfaisance dans un format mixte : conférence-concert illustrée de projections de diapositives sur le Liban, offrant, au final, une dégustation de produits libanais qu’elle fait venir directement du pays.
Le but de Nayla est de faire connaître son pays, plutôt méconnu par les Espagnols. Elle a déjà organisé des concerts dont les recettes ont contribué à renflouer les caisses de nombreuses associations humanitaires au Liban
Elle sera à Beyrouth en septembre pour étudier la programmation d’une tournée de concerts dans le monde arabe



 

REPORTAJE

Profetas en tierra ajena

Madrid es el centro creativo de músicos como Malikián, Bob Sands o Nayla

FERNANDO NEIRA  (EL PAÍS) - Madrid - 18/12/2007
 
 

La cantante libanesa Nayla-

Ara Malikián no para. La agenda de este violinista armenio-libanés de 39 años es un hervidero desde el mismo día en que llegó con su hatillo al barrio de Chueca, a finales de 1998. "Había pasado unos años en Londres y mis amigos ingleses me decían que estaba loco, que en España no encontraría trabajo. Y era la mentira más grande del mundo", exclama con gesto de niño travieso.

Madrid es ya un escaparate para que los músicos lleguen a otras latitudes

Malikián estrena esta noche en el teatro Albéniz PaGAGnini, un irreverente acercamiento al mundo de los cuartetos de cuerda clásicos que ha perpetrado con la complicidad de la compañía Yllana. Y es sólo una más de sus actividades inminentes. "He abierto un local dentro de Espacio Tribal, en la calle de Loreto y Chicote, los aledaños menos favorecidos de Chueca. Unos cuantos socios nos hemos empeñado en organizar allí una buena movida cultural", explica. Y enseguida llegará su segundo disco con el guitarrista Fernando Egozcue, por mucho que el primero, Lejos, apenas lleve un mes en las tiendas.

"Todo en Ara es pura efervescencia", corrobora Egozcue (Buenos Aires, 1959), que se ha encerrado en su estudio casero a componer sin descanso. El suyo tampoco es un ritmo de trabajo contemplativo. Llegó en 1992 para visitar a un hermano médico en Antequera (Málaga), pero a los tres días ya le había salido empleo en La Carreta, el restaurante argentino de la calle de Barbieri. "Yo no vine, sino que me fui quedando", resume entre risas. Fue profesor durante siete años de la Escuela de Música Creativa y fundó el Ensamble Nuevo Tango, una formación en la estela de Piazzolla que ha recorrido medio mundo y en febrero emprenderá gira por Turquía. Su principal aliado en este septeto, el oboísta porteño-madrileño Ezequiel Lezama, lleva una temporada en Holanda enfrascado en un proyecto de ópera contemporánea.

De repente, Madrid parece una ciudad con pedigrí en la que los músicos encuentran un escaparate para alcanzar otras latitudes. "En algunas cosas gano algo de dinero, y en otras, nada, pero trabajo de la mañana a la noche", resume Egozcue, que adapta algunos de sus temas para grupos australianos, canadienses e italianos que le han contactado por Internet.

Primero fue la oleada de músicos africanos. Nombres como Bidinte, Rasha, Seydu, Wafir o Las Hijas del Sol, todos ellos bajo el auspicio de la discográfica Nubenegra, salpicaron de sabrosa polirritmia las noches de la gran ciudad. El cierre de la sala Suristán marcó acaso el declive, pero no han faltado otros músicos foráneos dispuestos a enamorarse de esta metrópoli alborotada y enloquecida.

Es el caso de Bob Sands, el saxofonista neoyorquino que, tras haber tocado con gigantes como Lionel Hampton o Dizzy Gillespie, cambió Manhattan por el Café Central. "Madrid tiene un calor único, es más humana que mi ciudad", argumenta. O de la cantante libanesa Nayla, de 40 años, afincada desde hace una década en el pueblo de Barajas. "¡Yo no soy extranjera!", resume. "España no es mi segundo país, sino mi otro país. Me enamoré enseguida de las primaveras en el Retiro y de esa capacidad tan madrileña de dar la bienvenida a la gente de todas partes, como en el Líbano de hace cuatro décadas". Tan integrada se siente que hasta frecuenta Casa Carola, en la calle de Padilla, sólo por paladear "el mejor cocido de la ciudad".


 

La libanesa Nayla acerca al flamenco la voz de su pueblo

 

FERNANDO NEIRA (EL PAÍS) - Madrid - 01/12/2007
 
Su mirada, de un color verde intenso, embauca casi tanto como esa voz profunda y privilegiada con la que ha dado forma a los temas de Ala maak, su primer álbum. Se llama Nayla, nació en Beirut y desde hace casi una década reside en Madrid, una ciudad que, además de escuchar sus canciones, le ha brindado trabajo como intérprete (habla cinco idiomas), modelo y hasta conferenciante sobre la cultura y la gastronomía libanesas.

Aún le persigue una imagen de pesadilla de 1977. Asomada al balcón de su casa en Beirut, la niña Nayla vio pasar un coche militar que arrastraba a un hombre vivo por toda la ciudad. Las heridas de la guerra, la conciencia social o los derechos de la mujer son, sin remedio, ingredientes habituales en un repertorio que interpreta en árabe, francés y castellano. Pero también hay hueco para referir los gozos y tormentos del corazón, ingrediente fundamental en una artista tan pasional como ella.

Desde el mismo día que se apuntó a clases de flamenco, Nayla gusta de fusionar elementos de esa cultura en su música. De hecho, esta noche la acompaña un cuarteto de sabor aflamencado, con el guitarrista David Tavares a la cabeza, además del baile y los coros de El Álamo. "Líbano es un país muy mestizo, así que este tipo de combinaciones me resultan del todo naturales", refiere. Y agrega: "Tenemos gran influencia de la música latina. De los 15 millones de libaneses que vivimos fuera de nuestro país son muchos los que se afincaron en América".

Ala maak incluye 11 ejemplos de música acústica, orgánica, siempre con su país de fondo. "En julio de 2006 salí de Beirut a las cinco de la madrugada, en el último avión, dos horas antes de que comenzaran a llover las bombas", recuerda. Esa misma semana, en un Líbano soleado, había grabado los violines y las percusiones orientales que se pueden escuchar en su disco.


 

Al Nahar  Ash-Shabab 22-03-2007


 

  Nayla, la voz dulce que huyó de las bombas
 

  ADRIANO MORÁN
18 de diciembre de 2006

Nayla salió de Beirut en el vuelo de las cinco de la madrugada del pasado 13 de julio, era el último avión que despegaba antes de que los bombardeos obligaran a cerrar el aeropuerto. Pero esta cantante libanesa emprendió su viaje mucho antes. Un viaje para intentar, a través de su música mestiza, que el Líbano –un país de asombrosa riqueza cultural- no sólo sea noticia cuando caen las bombas.

Nos encontramos con Nayla en la cafetería del Círculo de Bellas Artes de Madrid, un lugar de lujo y vanidades que contrasta de pleno con la realidad de su país de origen. Es una mujer de elegancia contundente, ojos verdes -profundamente expresivos- y pelo moreno. Unos rasgos que ya afloraban en 1975, cuando alguien captó una mirada demasiado dura para pertenecer a una niña, entrecejo firme, mientras huía entre bombas de Beirut.

Esa mirada refleja la carga de un pueblo acosado, cruce de caminos, pero también de intereses. Los habitantes del Líbano recorrieron hace más de tres mil años el mundo conocido para comerciar bajo bandera Fenicia. Ahora lo hacen porque no les queda más remedio.

16 millones de libaneses viven fuera de su país, menos de cuatro han decidido soportar la terrible situación producida por las presiones del orbe islámico, del vecino Israel y de Estados Unidos que pujan por esta pequeña franja de terreno de 10.400 kilómetros cuadrados. Una situación que explotó por enésima vez este verano, cuando los ataques cruzados de Hizbulá y el ejército de Israel destruyeron la práctica totalidad del sur del país.

Nayla procede de una familia cristiana, una más de las diecisiete comunidades religiosas que conforman este codiciado mosaico. “El cristianismo” asegura “está condenado a desaparecer. Ahora mismo sólo es el 30 por ciento de la población”. Tras trece años de guerras decidió cumplir su sueño y trasladarse a Madrid, para vivir de la música y de la publicidad. De eso hace ya nueve años.


Un trozo desgajado de Europa

“Soy Fenicia”, dice con orgullo, “soy de un país que hoy está pagando un precio muy caro por lo que es. Un trozo de Europa en un mundo árabe y conflictivo”.

 

 

Se prepara otro ‘round’ en el Líbano

En un momento determinado la voz de Nayla se torna más grave y está a punto de llorar: “Líbano no es lo que están enseñando en los medios. Líbano es Fenicia, tiene muchos lugares patrimonio de la humanidad, es el primer país editor de libros de Oriente Medio, el que exporta más música, el que tiene la mejor gastronomía y no queremos que caiga en el integrismo”.

Un integrismo que la cantante ve cada vez más cerca. Recuerda el caso de Irán: “Mucha gente te dice que es imposible que el Líbano caiga, pero Irán cayó en el 79. Nadie podía pensar que el Sha podía escapar en un avión”.

“Se trata de un momento crucial para el Líbano”, asegura. “Se prepara otro ‘round’ orquestado por Israel, Siria, Estados Unidos e Irán. Se teme también una guerra civil, hay un caos brutal”.


Un país desconocido

No duda en criticar lo que ella considera una radicalización del mundo islámico: “Los países árabes dicen que están unidos, pero es mentira. ¿Qué han hecho para los palestinos, para el problema de Irak, qué han hecho para el Líbano cuando Israel lo estaba bombardeando?”. Asegura que la solución pasa por Europa.

Intenta no olvidar y que también se hable del Líbano cuando no está ardiendo. “Diluyéndose en la masa” se esfuerza por dar a conocer un país casi desconocido. Hacer de puente entre ambos mundos: “Somos cultos, nos gusta vivir, nos gusta la música. El país vivía del turismo”. Algo que suena muy cercano.


Un disco grabado a caballo entre Líbano y España

Y ha escogido un canal universal: “Con la música puedes llegar a mucha gente, es más importante que ganar dinero”. “La música libanesa es mestiza” dice Nayla, que entró en ella por casualidad, mientras se recuperaba de una lesión “y tiene mucha influencia latina porque muchos libaneses viven en América”.

 

 

Sé lo que es estar seis meses sin agua corriente

Ya ha presentado su nuevo trabajo en las salas madrileñas Galileo Galilei y Clamores. “Ala maak”, que así se llama, totalmente producido por ella misma, está grabado en parte en España, en parte en Líbano donde buscaba los violines y las percusiones orientales”. “Todo es acústico, no hay nada por ordenador. Es tal cuál como salió del alma”.

La música también es su terapia particular: “Sé lo que es estar seis meses sin agua corriente por culpa de los bombardeos. Si tuviera que masticar el pasado me volvería loca, he vivido muchos momentos duros” recuerda.

 


 

 

 

 


 

 

 

 

Revista Ana Rosa Quintana Octubre 2006


La cantante libanesa afincada en España Nayla, acompañada por su grupo Ala Maak, deleitó ayer al público que se congregó en el auditorio de la Fundación canalcon un concierto único marcado por los ritmos árabes, que se fusionaron con el flamenco. Se retomó así el ciclo "conFUSIÓN", que presenta una serie de conciertos de otras músicas donde sobresalen la fusión y el matiz étnico.

ABC 29/09/2006


   Crónica El Mundo (23/07/2006)

TESTIMONIO
LA GUERRA ME PERSIGUE
Me llamo Nayla y soy una cantante libanesa que vive en Madrid. No he dejado de huir de mi país por las bombas, como en la foto en la que aparezco con mi madre, dispuestas a embarcarnos con destino a Chipre. Ahora, todo ha vuelto a comenzar
NAYLA TAHAN
En las ruinas de Baalbeck la semana pasada, cuando aún no había indicios de guerra.
En las ruinas de Baalbeck la semana pasada, cuando aún no había indicios de guerra.

Veo las imágenes en televisión. Todos los medios hablan del éxodo de El Líbano. Las embajadas deciden evacuar a sus compatriotas por temor a los bombardeos israelíes en Beirut. Y me echo las manos a la cabeza y al corazón. No puede ser otra vez. Se habla de los barcos que empezarán a hacer la ruta entre el puerto de Jounieh y el de Larnaca, en Chipre. Yo ya conozco esa ruta y he probado ese barco; lo probé en el año 1975, en el 76, en el 77 y en el 89. Salí de mi país muchas veces por la guerra, a través de Chipre o de Siria. En barco y también en coche. En autobús y en avión. Vuelvo a mirar una vez más la fotografía en blanco y negro y recuerdo todo. Era la primera vez que mi madre, mi hermana y yo salíamos de un Beirut en guerra, una guerra civil que había comenzado el 13 de abril de 1975 y que enfrentaba a los palestinos con los cristianos antes de extenderse a todas las milicias presentes en El Líbano. Lo que siempre recuerdo es la cara de dolor de la gente y los niños llorando en las colas, sobre todo las interminables colas para todo, como para conseguir un visado y entrar en Siria. Pero tú eres un niño y no entiendes, y te aburres porque estás sentado esperando. También recuerdo el calor y mucha gente vestida de negro. Una vez, en una frontera, alguien perdió los nervios y empezó a gritar: «Es mejor morir como personas en nuestro país que hacer colas para pedir visados y salir como refugiados». Hoy es un poco el sentimiento que tengo cuando veo desde mi casa de Madrid las imágenes de esos niños salir en camiones como animales, unos encima de otros. Simplemente, por un par de horas, lo estoy viendo por la televisión desde Madrid y no desde una terraza en Beirut.

En la madrugada del 13 de julio, sólo dos horas antes de que Israel bombardeara el aeropuerto internacional de Beirut, había salido de mi país en un avión con destino Madrid. Fue el último vuelo regular que salió de Beirut antes de que empezaran de nuevo unos bombardeos que no se oían en mi país desde hacía casi 15 años. ¿Por qué ahora de nuevo?

Había ido a Beirut a pasar 10 días y grabar las canciones de mi primer disco. Todo había ido perfecto, conseguí todas las entrevistas, estuve con mis amigos, con mi familia, disfruté de un país nuevo. Paseé por el barrio de las Letras, en el centro de un Beirut reconstruido.

Todo estaba precioso, las luces del casino a lo lejos, la gente en las calles a todas horas, los preparativos para el festival de música de Baalbeck en el que iba a cantar ese día Fairouz, la mejor cantante libanesa Nada me hacía sentir que hubo una guerra hace unos años, excepto algún agujero de bala en los edificios.Y nada hacía pensar que pudiera estallar otro conflicto. Pero cuando llegué a Praga, en mi móvil sólo había voces preocupadas: «¿Nayla, dónde estás? ¿Has salido de Beirut? Llámanos, por favor».

El primer mensaje era de una amiga de Benavente: «Nayla, te he llamado, no contestas, El Líbano está en llamas». Otra vez no entendía nada. Como cuando tenía nueve años y tuvimos que pasar seis meses sin electricidad y sin agua.

Estaba de nuevo en Beirut después de haber pasado seis meses en París. Era 1977 y mi madre decidió regresar a El Líbano en una de las treguas, pero la guerra no tardó en volver. Ahora eran los sirios los que lo habían invadido. Es difícil explicar lo que se siente cuando eres un niño y vives seis meses sin luz ni agua y no puedes lavar los platos, no puedes lavarte el pelo -yo lo tenía largo, me acuerdo- y tienes que ir a recoger agua de una fuente o un pozo. Cada uno tenía su galón de agua, de 25 a cinco litros, y otra vez colas para comprar el pan, colas de días durmiendo en el coche para conseguir cinco litros de gasolina.

Había mucha milicia, mucho descontrol de armas: yo estaba asomada al balcón y vi pasar un jeep que arrastraba una persona viva.Creo que esa imagen es la que hará que siempre trabaje en derechos humanos. Luego llegaron otras, como los cuerpos quemados que permanecían durante días en el mismo sitio porque nadie los retiraba.O los coches que se asomaban en un cruce para comprobar si había francotiradores y al primer disparo retrocedían un kilómetro por calles completamente vacías. Lo había olvidado. Ya no pensaba en todo eso. Aunque muchas veces me he preguntado ¿por qué he tenido que nacer en un país para vivir esto y arrastrarlo toda la vida? Luego me daba cuenta de que eso ya es el pasado: ahora El Líbano está bien, seguimos adelante.

De repente ha vuelto y todo sube otra vez a la superficie. Tengo un amigo que siempre me decía: «Es como una lata de Coca-Cola, si la agitas, todo sube; si no la agitas, todo queda durmiendo».Durmiendo. ¿Como la comunidad internacional? El Líbano está siendo bombardeado y nadie reacciona.

Tenía amigos que acababan de instalarse este mes de abril en Beirut después de años de exilio. Y ahora qué. Beirut volverá a ser la ciudad fantasma y destrozada. Se perderá una generación entera que tendrá que dedicarse a reconstruir de nuevo el país.Mis dos sobrinos sólo habían oído hablar de la guerra, y ya la están viviendo. No quiero pensar en ningún otro niño que pueda ver un jeep militar arrastrando a un hombre vivo. Me pregunto qué pensarán los niños que han cogido el barco huyendo a Chipre y si habrá alguno al que se le habrá ocurrido grabar -como hacía yo, no sé por qué- el sonido de las bombas cayendo.

DESCIFRANDO BOMBAS

Hoy es 18 de julio de 2006 y he podido hablar con mi prima en Beirut; mientras lo hacía han caído tres bombas. Me ha contado que su madre, ya muy mayor, le pide unas hojas de mloukhieh -condimento típico- para hacer una comida libanesa muy laboriosa. La guerra son muchos momentos de espera, momentos largos en los que tienes que matar el tiempo. Sobre todo los niños, jugar a las cartas, escuchar la radio, ver la tele o grabar el sonido de las bombas desde la rampa de un balcón. Para mí, de pequeña, era impresionante escuchar cómo salía la bomba, el boom inicial, luego el silbido cuando pasa y el pishhhhh cuando cae y destruye todo. Por el sonido sabíamos de dónde salía la bomba y dónde caía. Decíamos, ah, ésta está saliendo de tal sitio, pasa por encima de los edificios del barrio y está cayendo por allí. Al día siguiente todo el mundo se levantaba e íbamos a inspeccionar dónde habían caído.Era nuestra rutina.

La otra era salir del país cuando estallaba la guerra y volver en los momentos de tregua. Durante muchos años ningún avión dormía en el aeropuerto de Beirut por temor a las bombas. Pero por entonces yo no sabía eso ni sabía qué era Israel ni qué era Siria, sólo sabía que estaban matando y que de repente teníamos que parar en un control militar para pasar al lado musulmán porque estaba la línea de demarcación que dividía la ciudad en dos: el barrio musulmán y el cristiano. Un día paramos en el Stop de los musulmanes y mi hermana, que se llama María, tenía una camiseta con su nombre escrito. El combatiente le dijo a mi madre: «Vosotros sois cristianos».«¿Cómo lo sabe?». Y señaló a mi hermana: esta niña se llama María.Entonces tuve mucho miedo.

Lo peor de la guerra también era estar sentado toda la noche con los vecinos en la primera planta, irnos a la cama a las seis porque ya no hay bombardeos, dormir dos horas y luego que te despierten: «¡Hay que ir al cole!».

-¿Pero qué cole? Si hemos estado toda la noche con los bombardeos.

Yo iba al colegio Notre-Dame de Jamhour -en cuyo aeropuerto aterrizó el otro día con su helicóptero Dominique de Villepin-, a las afueras de Beirut. Durante la guerra siempre estuvo abierto.A veces había sólo 12 niños pero era una manera de decir «la vida sigue a pesar de todo», porque si pasamos los días en los sótanos, nos hundiremos.

GUERRA Y COSTUMBRE

Ése es mi principal temor ahora, que la gente se acostumbre de nuevo a las bombas y a vivir en guerra, a refugiarse en los pasillos o en la primera planta cuando hay bombardeos y a salir cuando cesan. Lo estoy viendo ya. Hablo con mi madre y con mi hermana, que se han quedado allí, que viven allí, y lo noto por sus comentarios.Lo veo por el messenger. La gente se vuelve a acostumbrar a que esto forme parte de su vida. Un día pueden salir para comprar y otro día no. Hacen lo que pueden con lo que tienen. Un día pueden llamar y otro no. No pasa nada. Se dejan. Es la impotencia ¿qué vamos a hacer? Son los políticos los que deciden por nosotros.Pues si esos políticos no convienen hay que quitarlos y traer gente que sea capaz de sacar a El Líbano de esta mierda.

Como dijo Bush el otro día con la boca llena: «Si Siria deja de apoyar a Hezbolá acabará esta mierda». ¿Significa que El Líbano es una mierda, que los bombardeos sobre civiles son una mierda, los 500.000 desplazados, los muertos, los heridos, la destrucción..., son una mierda? Líbano es muy pequeño para él, no le interesa, es sólo la fachada de un complot internacional y no está en manos de los libaneses, ni del primer ministro, ni de Nasrallah siquiera...Son marionetas en manos de muchos.

Pero siempre lo diré: Hezbolá no es el gobierno libanés ni tampoco habla ni actúa en su nombre. Esta crisis puede hacer que esta milicia extremista salga reforzada porque aparecerán como si fueran la resistencia frente a Israel. Pero la verdadera resistencia es la población, que resiste sin agua, sin electricidad, sin comida. Y los únicos mártires son los civiles que mueren. Lo que ha conseguido Hezbolá es generar el problema y lo que está pasando hoy es una injerencia internacional ilegal de Israel, que utiliza su fuerza desproporcionada por tierra, mar y aire.No es una defensa. Es un ataque salvaje. No va a durar sólo dos semanas. Si fuera así, ¿por qué todos los países han sacado a su gente, para qué esos portaaviones, la marina, los helicópteros si durará poco? No me lo creo.

Todos quieren El Líbano. ¿Es porque es cristiano y lo quieren musulmán? ¿Es por el agua, por el río Litani? Veo constantemente las imágenes de una ciudad hecha escombros y pienso: «Hasta cuándo va a pagar el Líbano por lo que NO ha hecho? Es que ya ha pagado, ha reconstruido, ha remontado, ha atraído los turistas después de 20 años de guerra. Ver en Beirut grupos de turistas japoneses, mexicanos, españoles, fue emocionante.

Hoy está todo por reconstruir de nuevo, puentes, edificios, el aeropuerto, todo. Pero no podemos acostumbrarnos de nuevo a la guerra. La costumbre será la muerte para mi país. Yo lo sé porque ya lo he vivido, por eso ayer fui al concierto en Madrid que tenía programado aunque no me salía la voz y estaba hundida.Llevé la bandera de mi país con el dibujo del cedro en medio, el cedro eterno del que habla el himno libanés. Y canté llorando el Li Beirut (Para Beirut), el poema del libanés Joseph Hareb con la música del concierto de Aranjuez. Tenía que hacerlo porque «cuando Beirut apagó sus luces y cerró sus puertas, se quedó sola, sola con la noche. Y solo queda el olor de las flores».

Transcripción de Esther Valdecantos

 


 

La Gaceta Local Mayo 2006:


 

Viernes, 29 de abril de 2005. Actualizado a las 18:31 (CET)
 
 MÚSICA
Concierto
Ritmos libaneses
 
NAYLA.- Día: 4 de mayo de 2005. Lugar: Sala Galileo Galilei (Galileo, 100). Horario: A las 21.30 horas. Precio: 10 euros. Venta de entradas: En taquilla (teléfono: 91 534 75 57).


 

Metrópoli.com


 

(Foto: José Ayma).
(Foto: José Ayma).

La fusión preside el presente de la música. Esta semana tenemos en Madrid un buen ejemplo de ello con la actuación de la intérprete libanesa Nayla, que se erige como embajadora de una peculiar fusión: la hispano-libanesa. Una sorprendente combinación en la que se mezclan idiomas, ritmos, instrumentos y bailes.

En su concierto en la sala Galileo Galilei acompañarán a la cantante nada menos que un laúd árabe, una guitarra española, una caja flamenca, una derbaké, un saxo-flauta. Para extrapolar la fusión a la vista y al movimiento se suman al espectáculo una bailarina de danza oriental y un bailador flamenco.

Nayla, que además de cantante es autora y compositora de sus canciones, guarda siempre una sorpresa musical para sus conciertos, rebosantes siempre de la mejor hibridación sonora.

 

 

 
Concierto  (El Mundo / METRÓPOLI) del 3/03/2005
Mestizaje sonoro
NAYLA.- Día: Jueves 10 de marzo de 2005. Lugar: Sala Clamores (Alburquerque, 14). Hora: A las 22 horas. Precio: 10 euros. Venta de entradas: En la propia sala.

 

Camino Martínez

La artista Nayla trae a 'Clamores' un espectáculo cargado a partes iguales de fusión y sensibilidad, presentado con anterioridad en el Forum de las Culturas de Barcelona, en varios macroconciertos benéficos y en otras salas de la capital, como 'Galileo Galilei'.

A pesar de que sus facciones podrían hacerle pasar por una ciudadana europea, esta cantante y compositora autodidacta nació en Beirut (El Líbano), donde convivió durante años con los horrores de una cruenta guerra civil, hecho que ha marcado su forma de ser y de pensar: «pasar largas temporadas sin luz, sin agua, sin poder ir al colegio a causa de una guerra hacen que valores al máximo las pequeñas cosas y te dan, sin duda, una mayor sensibilidad».

Si aquello influyó en su vida, no lo hizo menos en su música, cuyas letras y melodías compone ella misma como forma de desahogo. «Con mis canciones me propongo contar. Por eso, las letras hablan del amor y del desamor, pero también de los derechos de las mujeres, de la guerra, del compromiso social...».

El suyo es, por encima de todo, «un espectáculo ideado para bailar y pasarlo bien», que consiste en la fusión de dos culturas: la árabe y la española. «Los ritmos son parecidos y también lo son sus pasos de baile, por lo que la unión de ambas es algo natural; algo así como un mestizaje flamenco-libanés».

Durante casi dos horas, la voz suave de Nayla, cantando en español y en libanés, es acompañada por cinco músicos ('darbuka', laúd, guitarra española, flauta, saxo y cajón), un 'bailaor' flamenco y una bailarina de danza del vientre, dando lugar a un montaje sonoro y visual, «hoy por hoy, único en España».

Como en todos sus conciertos, reinará la improvisación y es que no es raro que, solicitado por el público, sus actuaciones se prolonguen más de la cuenta, o que alguno de los presentes sea sacado al escenario a mover las caderas.

Además, en esta ocasión, realizará una mención especial (en forma de sorpresa sonora que no quiere desvelar) con motivo de la celebración del Dia de la Mujer Trabajadora y del aniversario de los atentados terroristas del 11 de Marzo.

Con esto, Nayla asegura haber cumplido casi su sueño en el mundo de la música («casi» porque aún falta la salida de su primer disco, todavía sin título y previsto para el próximo mes de mayo) y que sólo le quedaría «escribir un libro y un guión de cine. Por soñar que no quede. Al fin y al cabo no sería otra cosa que hacer un poco más de lo mismo: contar, contar y contar».